A lo largo de las últimas décadas, el estudio del patrimonio construido ha contado con un aliado excepcional: la disciplina de la arqueología de la arquitectura. Siguiendo la metodología empleada hasta el momento en la excavación arqueológica, este instrumento permite un análisis y una investigación más adecuada de la arquitectura histórica. La utilización del conjunto de técnicas que la componen ayuda a identificar tanto las fases histórico-constructivas de los edificios como algunas de sus patologías, que sólo pueden ser entendidas desde el marco de la historia de la construcción. Además, permite conocer las transformaciones de la sociedad en el tiempo y en el espacio pues, en momentos de desarrollo económico, la arquitectura tiende a marcar la distinción de las clases sociales en ascenso con una inversión que confirma su riqueza y poder.

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